La imaginacion, y los relatos de la mama
Sentados y formando un semicirculo en la gran cama con flejes de aluminio oiamos a mi Madre contar los cuentos. Esos cuentos -perdon por mi frances- que instintiavemente nos forzaba a entrelazar los dedos por el suspenso y nos hacian cagar de miedo por lo real, como bien sabemos los cuentos eran relatos antojadizos de duendes y descabezados amantes que terminaron por ser patrimonio familiar.
En noches de luna llena y con maullidos de gatos en celo como fondo musical, la Mama, contadora y teatrera por excelencia- rescataba a esos funestos y temibles personajes de las cuevas oscuras del misterio, les dotaba de instantanea vida para atormentarnos durante el relato y producirnos pesadillas pertenecientes a mitologias medievales y epopeyas fantasticas. Y para enfatizar la trama, sacaba de la manga su criollo arte de musa con poses histrionicas que paso a paso, al pelo y sin olvidar detalle no contaba una y otra ves las aventuras del c´kotupujio y la chola sin cabeza.
....Mientras le preguntaba por la distancia y el lugar se fijo en sus pies y vio que tenia patas de gallina,.....aqui muy cerca, aqui muy cerca...., otro relataba las poco afortunadas travesias de "la toma chuchu".
El cuento del saca-manteca, un personaje con apariencia de fraile que deambulaba en las afueras de los caseríos, extrayendo la grasa de los idios errantes (generalmente de la altura del hígado y los riñones); para luego usarla en la elaboración de velas, ungüentos y curas maravillosas.
O los cuentos de duendecillos, esos con sombreros alones y zapatos de charol que por el miedo nos inducian a decir "Jesús, María y José".
Es que la inocencia, el apetito por lo nuevo e imaginario y la candidez de niño no tienen limites porque de como se puede justificar el hecho de que a pesar de oir con los pelos en punta y los ojos desorbitados por el miedo, meandonos en nuestros pantalones al pensar en la sola idea de dormir solos, pediamos a nuestra madre que nos contase los cuentos del espanto una y otra vez?
En noches de luna llena y con maullidos de gatos en celo como fondo musical, la Mama, contadora y teatrera por excelencia- rescataba a esos funestos y temibles personajes de las cuevas oscuras del misterio, les dotaba de instantanea vida para atormentarnos durante el relato y producirnos pesadillas pertenecientes a mitologias medievales y epopeyas fantasticas. Y para enfatizar la trama, sacaba de la manga su criollo arte de musa con poses histrionicas que paso a paso, al pelo y sin olvidar detalle no contaba una y otra ves las aventuras del c´kotupujio y la chola sin cabeza.
....Mientras le preguntaba por la distancia y el lugar se fijo en sus pies y vio que tenia patas de gallina,.....aqui muy cerca, aqui muy cerca...., otro relataba las poco afortunadas travesias de "la toma chuchu".
El cuento del saca-manteca, un personaje con apariencia de fraile que deambulaba en las afueras de los caseríos, extrayendo la grasa de los idios errantes (generalmente de la altura del hígado y los riñones); para luego usarla en la elaboración de velas, ungüentos y curas maravillosas.
O los cuentos de duendecillos, esos con sombreros alones y zapatos de charol que por el miedo nos inducian a decir "Jesús, María y José".
Es que la inocencia, el apetito por lo nuevo e imaginario y la candidez de niño no tienen limites porque de como se puede justificar el hecho de que a pesar de oir con los pelos en punta y los ojos desorbitados por el miedo, meandonos en nuestros pantalones al pensar en la sola idea de dormir solos, pediamos a nuestra madre que nos contase los cuentos del espanto una y otra vez?
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