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Dadaismo

:: La destrucción del arte ::
"La destrucción también es creación". Bakunin.

En un bohemio café que llaman el Cabaret Voltaire, en Zurich, capital de la neutral Suiza, se refugian un grupo de artistas, huyendo de los horrores de la terrible guerra.

El carácter nihilista, irracional e incluso subversivo de los dadaístas, rompió no sólo con las formas, sino también con el mismo concepto del arte.
La destrucción y la barbarie habían llegado tan lejos, que se ponen de acuerdo para colaborar en un movimiento destructor del arte, amparados en la esperanza de un mundo nuevo, construido sobre los cimientos de la paz. Bautizaron al grupo abriendo un diccionario al azar, donde encontraron la voz infantil "Dadá", cuyo significado es la propia falta de significado, toda una síntesis de la esencia de este movimiento iconoclasta.


En la fundación del Dadaísmo convergen la desilusión ante la estampa mundial, la decepción personal de pintores pobremente apreciados y el deseo de trasladar a la pintura, la destrucción que asolaba Europa en 1916. Sus continuas provocaciones y la publicación de numerosos manifiestos, dieron a conocer el grupo muy pronto en toda Europa, consiguiendo la adhesión de artistas y poetas que trabajaban unidos, puesto que el Dadaísmo propugna la actuación interdisciplinaria, como única vía para la potencial renovación del lenguaje creativo. De este modo todos los artistas experimentan en varios campos a la vez, en un continuo intercambio y fusión de técnicas.

Con la intención de expresar el rechazo de todos los valores sociales y estéticos del momento, así como de provocar el escándalo en la burguesía, los dadaístas recurrían con frecuencia a métodos artísticos deliberadamente incomprensibles y apoyados en lo absurdo e irracional, que demuestran al menos, una infinita inventiva. Sus manifestaciones buscan el impacto y la perplejidad del público, con el objetivo de originar, la reflexión y reconsideración de los valores estéticos establecidos.

El carácter nihilista, irracional e incluso subversivo de los dadaístas, rompió no sólo con las formas, sino también con el mismo concepto del arte. Cuestionan tanto los principios estéticos, como el núcleo del argumento artístico, niegan cualquier posibilidad de autoridad crítica o académica y dotan de validez cualquier expresión del hombre, voluntaria o involuntaria, elevándola a obra de arte. A pesar de sus revolucionarias técnicas, las ideas contra las normas del movimiento dadaísta, están basadas en una profunda creencia, derivada de la tradición románica y en la bondad intrínseca de la humanidad, cuando no ha sido corrompida por la sociedad.

La pintura dadá se ha convertido en uno de los misterios de la historia del arte del siglo XX.
La pintura dadá se ha convertido en uno de los misterios de la historia del arte del siglo XX. Los pintores del movimiento, guiados por un instinto anárquico y un intenso escepticismo, despreciaron tanto las formas, como las técnicas tradicionales de la pintura. La representación de los "antimecanismos", o máquinas de la nada, aparatos de apariencia mecánica o poética y de función totalmente incierta, son los temas nucleares de sus cuadros, absolutamente inéditos en aquellas décadas. Escogían para sus obras "antitítulos" que no guardaban relación alguna con la temática, para dificultar aún más el análisis y con la intención de expresar su desprecio por una sociedad, que sumida en el proceso de mecanización, estaba consiguiendo destruir el mundo. Los collages, compendio de materiales escogidos aleatoriamente y reproducciones textuales, construidas con recortes de diarios de variadas tipografías, se convierten en un medio idóneo para expresar el sentimiento dadá. La miscelánea de todo tipo de imágenes procedentes de la prensa de la época, anticipan sus obras, a la idealización de los mass media que más tarde protagonizaría el Pop Art. Exaltan a la categoría de arte, cuadros con materiales de basura y deshecho, encontrados en la calle y utilizan el azar para determinar los elementos compositivos de sus obras.


La escultura dadaísta posee un fuerte espíritu iconoclasta. Tras haber suprimido todos los valores estéticos, conservados hasta sus tiempos por la academias, los artistas del movimiento dadá se dedican plenamente a la experimentación, la improvisación y el desorden. El artista francés Marchel Duchamp, padre del arte conceptual, expuso como esculturas, productos comerciales la vida cotidiana, denominados ready-mades, con el propósito de desmitificar los conceptos de arte y artista. El atrevimiento del artista francés, de exaltar a la categoría de arte, un urinario en el salón de los "Independientes" fue uno de los más escandalosos, con el que simplemente intentaba demostrar, como el criterio del artista, podía transformar cualquier objeto en arte.

Como en la pintura, también aparecen los "antimecanismos" o maquinarias construidas con los elementos más estrafalarios que encontrase su imaginativa, con el único fin de ser causa de desconcierto y provocación en el público; que por absurdas e insolentes que se presentaran, comenzaban a definir la plástica de los años venideros.

Como artistas de su tiempo, los dadístas fueron pioneros, en la incorporación a su expresión plástica del cine y la fotografía. De forma enteramente experimental e influenciados por una innata espontaneidad, su nuevo materialismo dio como resultado un cine completamente absurdo y abstracto, pilotado por directores como Hans Richter y comandado por la fotografía experimental de Man Ray y seguidores. Precursor de la conocida técnica del "Rayograma", Man Ray conseguía fotografiar sin cámara, mediante la colocación de un objeto cerca de un film elevadamente sensible y frente a una fuente de luz. El agudo carácter experimental de estas obras, no evitó que se custodiaran en la cumbre de la modernidad el tiempo suficiente, para pasar a formar parte de los anales de la historia de la fotografía y cine artísticos.

Cuando pasan el terror y la histeria de la guerra, los artistas derivan hacia otras vertientes y el fuego purificador del Dadaísmo se extingue tras el combate. Efímero, pero eficaz, su arte dispuso el terreno para futuros movimientos vanguardistas.

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